Costa da Morte | ||||
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Entre la belleza y la leyendaDesde Malpica al cabo de Finisterre, al noroeste de la costa gallega, se suceden bellísimos paisajes de abruptos acantilados, bellas playas, pequeños pueblos pesqueros y una mar difícil propicia a los naufragios
La Costa de la Muerte (Costa da Morte en gallego) es una región costera de Galicia que se extiende desde Cabo Finisterre hasta Malpica de Bergantiños y debe su nombre a los numerosos naufragios sucedidos en esa costa como consecuencia de la peligrosidad de sus acantilados y los frecuentes temporales. El desastre del buque petrolero griego Prestige el 13 de noviembre de 2002 es uno de los más recientes accidentes acontecidos allí y causó una de las catástrofes ecológicas más terribles de Galicia. Una costa que ha sido y es escenario de numerosas leyendas populares, religiosas y marineras. Allí se establecieron legendarias civilizaciones como la Celta, se cuenta de ciudades sepultadas y de los poderes sanadores de piedras como las de Muxía. Entre meigas, milagros divinos y humanos (como el delicioso marisco de la zona, posiblemente el mejor del mundo), se suceden bellos paisajes de grandes acantilados, hermosas playas como las de Trece, Ariño, Laxe, Traba, Soesto, Mar de Fora y O Rostro, encantadores pueblos pesqueros (Malpica, Corme, Laxe, Camariñas, Muxia...), impresionantes cabos (Vilán, Turiñán y Finisterre) y el vivir cotidiano del pueblo gallego: tranquilo, ensimismado y apegado a su maravilloso terruño.
Parece ser que la denominación de Costa da Morte procede de los informes realizados por los marinos ingleses que consideraban muy peligroso el tramo de costa entre Punta Roncudo y Finisterre debido a la cantidad de bajos o lages que se esconden a pocos metros de la superficie y alejados de la costa, a las fuertes corrientes marinas, frecuentes temporales y bancos de niebla que originan numerosos naufragios. Los más graves ocurrieron el 28 de noviembre de 1596 cuando 20 bajeles de la flota de la Armada española se hundieron en un violento temporal en la entrada de la ría de Corcubión causando 1.706 muertos, y el 7 Septiembre 1870 cuando el acorazado inglés HMS Captain se fue contra la roca Centolo frente a Finisterre muriendo 482 personas. Dos días de rutaEl recorrido entre Malpica y cabo Finisterre puede realizarse en dos días aunque recomiendo emplear al menos cuatro, para visitar también dos maravillosas ciudades gallegas como La Coruña y Santiago de Compostela. Mi ruta por la Costa da Morte parte de La Coruña en dirección Caión y Razo camino de Malpica. Atravieso la pequeña villa de Caión, donde merece la pena detenerse unos minutos para ver el pazo del Conde de O Graxal y la iglesia de San Xurso, y pronto aparece la aldea de Baldaio con su magnífico litoral de grandes playas como Pedra do Sal. Sigo la línea de la costa hasta Razo, localidad que cuenta con una magnífica playa de 6 km de longitud y bandera azul, que es de las más concurridas de la Costa da Morte por sus condiciones, belleza y porque su grandes olas permiten la práctica del surf. Es mediados de abril y el día es espléndido, lo comento con varios lugareños y me señalan que en los últimos años en Galicia no llueve tanto como antes. A 52 km de La Coruña se encuentra Malpica de Bergantiños. Esta localidad de 6.000 habitantes es un importante puerto pesquero (merece una visita la subasta del pescado por la tarde) y en su costa destacan las pequeñas Islas Sisargas, refugio natural de aves marinas, gaviotas y cormoranes. Todos los meses de junio se realiza una romería desde la iglesia del pueblo a la ermita de San Adrián en el cabo de San Adrián, de alrededor de 4 kilómetros, en cuyas proximidades existe una fuente que se dice tiene propiedades curativas para las enfermedades de la piel. Prosigo por la costa hasta Barizo, donde se encuentra la bella playa de Xeiruga, y hasta el faro de Punta Nariga atravesando un parque eólico. Desde allí contemplo unas maravillosas vistas de las Islas Sisargas y de la accidentada costa. Continuo hacia el sur dirección a Corme y al faro de Punta Roncudo, lugar que sobrecoge por su belleza salvaje y las cruces que aparecen junto a las rocas en recuerdo de los percebeiros que allí perdieron la vida luchando contra el mar y las piedras para extraerles el delicioso marisco. Saliendo de Corme nos encontramos con un mítico símbolo del culto celta, la Piedra da Serpe: una serpiente grabada sobre la piedra a la que en época cristiana se le añadió una cruz. El camino me lleva ahora a Ponteceso y cruzando su puente busco Laxe por la costa. Este pequeño y bello pueblo costero que se asoma a la Ría de Laxe y Corme destaca por sus calles antiguas, fachadas señoriales, la hermosa bahía que lo bordea y disponer de una playa con un arenal de 2 km. Paséate por su pequeño puerto y parte antigua y aquellos que deseen realizar una parada gastronómica de calidad pueden hacerlo en Casa do Arco (Plaza Ramón de Juega, 1. Laxe.Tel. 981 70 69 04. www.casadoarco.es) para deleitarse con su pescado y marisco fresco. Este hotel y restaurante está situado sobre una casa del siglo XV y uno de sus comedores ofrece una maravillosa vista de la playa. Al dejar Laxe es imprescindible adentrarnos un poco hacia el interior en dirección Baio para visitar el castro celta A Cidá, situado a 1 km de la aldea de Borneiro. Esta construcción del siglo IV a. de C. presenta dos recintos amurallados, un foso y alrededor de 30 construcciones circulares y ovaladas de piedra donde residían los celtas rodeados de un magnífico bosque y junto un pequeño río. Un lugar idílico en el que aún se respira la magia de este puebl Muy cerca, en Dombate, se encuentra el Dolmen más conocido y de los mejor conservados de Galicia entre pinos. El túmulo data del siglo IV a de C. y tiene 24 metros de diámetro por 1,80 m de alto. Regreso a Laxe donde pasaré la noche en el Hotel Playa de Laxe, un tres estrellas con vistas a la playa.
2º Día: Vimianzo-Finisterre
Mi primera visita del segundo día en la Costa da Morte me lleva aVimianzo (a 69 km de A coruña) para visitar el Castillo de los Moscoso. Situado en el centro de la localidad, el castillo fue construido en el siglo XIII sobre un pequeño promontorio con planta octogonal y posee cuatro torres, un patio de armas y un profundo foso con puente levadizo. Actualmente pertenece a la Diputación de La Coruña y se conserva en muy buen estado, hasta el punto de que La torre del Homenaje es la única que conserva las almenas de punta de diamante así como el paseo de ronda de sus muros. En su interior hay un museo donde diferentes artesanos de la Costa da Morte venden sus productos.
Sobre el promontorio de grandes rocas se eleva el bello faro que guía a los navegantes a cruzar sus turbulentas aguas. Las vistas desde él son espléndidas con calas y acantilados. El templo actual, de estilo barroco, fue construido a principios del XVIII gracias al donativo de los Condes de Maceda, cuyas cenizas se encuentran en unos sepulcros dentro de santuario. Como ya hemos comprobado, el culto a las piedras está muy extendido en la zona. Según la leyenda, la Virgen llegó en una barca de piedra: la vela (a Pedra de Abalar), el barco (A Pedra dos Cadrís) y el timón (Pedra do Timón) son los restos de piedra de la embarcación que pueden ser visitados. A Pedra de Abalar es un megalito de 9 metros de largo y un espesor medio de 30 centímetros que se balancea (abala) cuando las gentes se suben en ella, emitiendo un ligero sonido. La tradición cuenta que este movimiento se produce cuando las personas que se suben en ella son inocentes, sin pecado. Por su parte, A Pedra dos Cadrís tiene forma de riñón y es el resto de la barca de la Virgen. Según la costumbre, los romeros deben de pasar nueve veces bajo ella para curar sus dolencias reumáticas y de riñones. Llegando al Fin del MundoDesde Muxía sigo la carretera de la costa en busca el cercano Cabo Touriñán. Situado más al oeste que el propio Finisterre, el Cabo Touriñán es el punto más occidental de la Península Ibérica. En las cercanías del faro pastan en libertad caballos autóctonos, de baja estatura y largas melenas y contemplamos maravillosas vistas de esta abrupta y peligrosa costa en la que tántos barcos han naufragado. Este saliente de costa de más de dos kilómetros de longitud ofrece acantilados de vértigo. Desde allí podemos contemplar a la derecha Camariñas y Muxía, mientras que a la izquerda aparece a lo lejos el mítico Cabo de Finisterre y la roca de O Centolo, y en medio las playas de Rostro y Nemiña, muy utilizadas para practicar surf.
Mi camino hasta el fin del mundo de los antiguos va aproximándose a su fin. Llego a la mítica localidad de Finisterre y doy un largo paseo por su puerto, curioseo por su lonja en la que se subasta el pescado fresco traído por la embarcaciones de bajura y que luego disfrutaré en uno de los muchos y buenos restaurantes de la población. Luego contemplo el Monumento al Emigrante inaugurado en 1993 en recuerdo a los millones de gallegos que se vieron obligados a abandonar su tierra. Y visito la Iglesia de Nosa Señora das Areas, del siglo XII, donde se encuentra la imagen del Santo Cristo de Finisterre ante el que se postraban y postran los miles de pereginos que llegan hasta aquí para Desde él la vista al frente es maravillosa con el mar apuntando al infinito, mientras que a la izquierda diviso el Monte de Pindo, una gran montaña de granito conocida también por el nombre de El Olimpo Celta. Las abstractas figuras que forman sus rocas dieron lugar a numerosas historias de monstruos, hadas y demás seres mágicos. Y en este lugar también mágico, el Cabo de Finisterre concluyo mi inolvidable viaje por la Costa da Morte.
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