Kiruna | ||||
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Viaje a Laponia en busca de la Aurora BorealAl norte de Suecia, en el Círculo Polar Ártico, en los meses de invierno puede contemplarse unos de los más bellos espectáculos naturales: la Aurora BorealLlegué a Kiruna una soleada y fría mañana (-8ºC) de finales de febrero tras un vuelo de hora y media desde Estocolmo con la compañía SAS. Desde el aire, el paisaje invernal de Laponia ofrece un interminable manto blanco de nieve salpicado de pequeños bosques de abetos que sobresalen como alfileres. Cuesta pensar que en esta extrema climatología puedan sobrevivir, aparte de los renos, algún ser humano. El avión desciende y contemplo abajo, entre dos montañas, una pequeña población semienterrada en la nieve: Kiruna. Situada 145 km al norte del Círculo Polar Ártico, Kiruna es una localidad de 19.000 habitantes que vive de la riqueza que le proporcionan sus grandes minas de hierro, que transforman constantemente su paisaje urbano. El motivo de mi visita a este gélido y remoto lugar del planeta era realizar un reportaje fotográfico a la gran escritora sueca Asa Larsson, nativa de Kiruna. En su compañía recorrí los escenarios de sus novelas como la bellísima iglesia de Kiruna construida en 1907 en estilo Art Nouveau, el edificio del Ayuntamiento, la Comisaría de Policía, el lago Luossajärvi... Sin embargo lo que marca la vida cotidiana de la localidad son sus minas de hierro: Kiruna está situada entre dos montes, el Kiirunavaara y el Luossavaara. Ambos eran excavaciones de magnetita; actualmente el monte Luossavaara ha dejado de ser utilizado como mina y es una pista de esquí de cuatro bajadas. Durante la Segunda Guerra Mundial importantes cantidades de hierro salieron de esta mina con destino a Alemania para apoyar la industria de guerra nazi.
El monte Kiirunavaara sigue siendo excavado y es la mayor mina del mundo en extracción de mineral de hierro y una de las más profundas del mundo (1600 metros de profundidad). A causa de esta mina, Kiruna está "cediendo" bajo su base y existe un plan para trasladar la población tres kilómetros, al lugar que ocupa hoy el lago Luossajärvi. La Aurora BorealLo más maravilloso del viaje está aún por llegar. Tras cenar un delicioso plato deestofado de renoespero que caiga la noche y aprovecho el crepúsculo frío (-20ºC) y despejado para observar al cielo en busca de la Aurora Boreal. La propietaria del Hotel Camp Ripan (www.ripan.se/se/) de Kiruna, en uno de cuyos bungalow me alojé, me indicó que la noche era propicia para el avistamiento de la aurora boreal. La camarera que sirvió la cerveza para hacer más corta la espera lo dio por seguro. Durante dos horas medio centenar de personas (la mayoría japoneses) miramos anhelantes el cielo polar sin fortuna. Salí desilusionado al gélido aire de la noche para ir a dormir al bunglow y por el camino escuché el grito emocionado de un compatriota canario, que había viajado desde Las Palmas hasta el Círculo Polar Ártico para contemplar la aurora boreal, el gran sueño de su vida. Y lo cumplió. Por fin vimos una hermosísima ráfaga verde que cabalgaba sobre el cielo oscuro. Apenas quince inolvidables segundos. A continuación divisamos otra y una tercera, igualmente breves. Luego el cielo volvió a fundirse en negro y me dormí reviviendo la inesperada e intensa emoción de ver la Aurora Boreal. Nunca soñé con verla pero ya forma parte de mis más bellos sueños. IcehotelAl día siguiente esperaba otra atractiva visita que solo puedes encontrar en Laponia: el Icehotel. El Hotel de Hielo se encuentra en Jukkasjärvi, en plena Laponia sueca, a unos 12 kilómetros del aeropuerto de Kiruna. Llego a él por una carretera helada rodeada de un paisaje polar de nieve y abetos. En realidad se trata más de un proyecto artístico que un simple lugar donde alojarse. Cada año diseñadores y artistas se reúnen para crear obras maravillosas de hielo utilizando el agua pura del cercano río Torne. Los trabajos de construcción del hotel de hielo se inician a mediados de noviembre y la climatología permite que se conserve hasta el mes de abril cuando la nieve desaparece. Entro al bello y magnífico gran iglú residencial de temporada y descubro que todo está hecho de hielo: desde el pequeño mostrador donde una chica te recibe, pasando por la amplia sala de columnas de hielo que sirve de recibidor y distribuidor con bancos y sillones de hielo, la gran barra de hielo de su bar con estantes donde se bebe y come en vasos y platos de hielo, y sus habitaciones bellamente decoradas con esculturas y con una cama de hielo y mantas de reno. A los huéspedes se les proporcionan sacos de dormir con pelaje de reno para resistir los -5º C del interior del hotel. Por la mañana nada mejor que despertar al sabor de una bebida caliente de arándanos rojos. Para los menos atrevidos existen otras opciones para dormir como habitaciones a temperatura templada, hechas de madera, o cabañas adyacentes al hotel de hielo. El Hotel propone diferentes actividades en la naturaleza salvaje de la Laponia sueca: escalar montañas, trekking, navegar en canoa por el río Torne, avistar alces y renos, vivir la aventura de las carreras de trineos tirados por perros, safaris en moto de nieve, etc. Bajo una intensa nevada me dirijo al aeropuerto de Kiruna. Una vez allí la tormenta arrecia y pienso que es imposible que el avión despegue en esas terribles condiciones climatológicas. Quince minutos después subo al avión y mientras anochece y sigue nevando la aeronave se eleva sobrevolando el Círculo Polar Ártico rumbo a Estocolmo. El paisaje de Laponia ha dejado huella en mí, un europeo del sur más acostumbrado a la playa y al sol que a los gélidos días polares. Trato de imaginar cómo será este níveo paisaje en verano cuando los lagos se deshielen y el blanco de la nieve deje paso al verde de los bosques y praderas. Ese será otro viaje. |