Londres | ||||
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Weekend de paseo y comprasHistoria y vanguardia se dan la mano en la capital inglesaSiempre he creído que la primera impresión que una ciudad nos causa al conocerla marcará luego nuestra relación con ella. La primera vez que viajé a Londres me fascinó la panorámica aérea sobrevolando el Támesis con la ciudad abajo como una bella maqueta en la que sobresalían el Tower Bridge, los rascacielos de la City, la gran noria London Eye, el Parlamento y Hyde Park, mientras el avión se aproximaba al aeropuerto de Heathrow. La he visitado algunas veces más y se mantiene aún viva mi fascinación por ella. Cada nuevo viaje la descubro un poco más, lo suficiente para tener que volver. Londres es una megápolis bimilenaria de ocho millones de habitantes que aúna tradición y modernidad, clasicismo y vanguardia, sobriedad y desenfado, riqueza y miseria. Un crisol de razas y lenguas que la convierten en una nueva Babilonia comparable a esa capital mundial que es New York. Londres posee un atractivo especial que la hace única: su formidable historia como capital del imperio británico ha salpicado la ciudad de monumentos, palacios, edificios estatales y civiles, iglesias, parques, teatros y avenidas que forman parte del Patrimonio de la Humanidad y, al mismo tiempo, sus calles reflejan la vitalidad de una sociedad rabiosamente moderna. Londres merece un fin de semana de nuestras vidas. Será inolvidable. A pie y en metroPara los locos por las compras, para los estudiosos del arte, la historia y los museos, para los amantes del callejeo, la aventura y la diversión, a todos ofrece la capital británica razones suficientes para disfrutar de unos días en ella. Eso sí, todos deben saber que Londres no es barata. El cambio de euros a libras no es muy ventajoso y el alojamiento, sobre todo, y la comida son caros. Su enorme extensión hacen aconsejable moverse por ella en metro o autobús, ya que los taxis también son prohibitivos para distancias largas. Inconvenientes éstos que resultarán compensados por todo lo que ofrece. Hyde Park y Oxford StreetEn mi última visita me alojé en el Hotel Cumberland (ver hoteles), junto a Marbel Arch -monumento de mármol blanco de Carrara diseñado por John Nash en 1828 donde sólo los miembros de la Familia Real y las tropas tienen el privilegio de pasar por él- y el Speakers´ Corner de Hyde Park. Un lugar céntrico y estratégico para visitar la ciudad. En contra de la idea que uno tiene de la climatología de la ciudad, era un día de julio muy caluroso (30ª C) y aproveché para dar un paseo por Hyde Park, buscando la sombra de los árboles y el refrescante agua de su gran lago, The Serpentine. Miles de personas habían tenido la misma idea y allí se congregaban tumbados en las típicas hamacas de madera bicolores tomando el sol. Contrastaba ver a familias hindúes enteras junto a la sombra de un árbol, jóvenes con el torso desnudo o en bikini buscando los rayos solares como girasoles y mujeres árabes con hiyab negros hasta las cejas, que aprovechaban la soledad de un rincón apartado para bajarse el velo y respirar un poco de aire. Kensington PalaceOtras personas buscaban los restaurantes del parque, paseaban en barco por el lago, se daban arrumacos sobre el césped o incluso se atrevían a hacer deporte. Aquello se asemejaba a un pequeño Edén dentro del caos circulatorio que se vivía a escasos metros en calles como Oxford Street, Bayswater Road o Park Lane. El paseo me llevó hasta Kensington Palace, un pequeño y delicioso palacio con bellos jardines que la Familia Real posee junto a Hyde Park. En este palacio nació la Reina Victoria y residió durante algunos años Lady Diana Spencer, Princesa de Gales. Siglos atrás el pulmón verde que hoy es Hyde Parkfue un coto de caza Real, lugar de celebración de carreras de caballos, ejecuciones e incluso duelos. Picadilly Circus suele ser el punto de encuentro de jóvenes que se arremolinan sentados bajo la estatua de Erosde Albert Gilber erigida en 1892, que se ha convertido en símbolo de la ciudad junto a los enormes anuncios de neón de la plaza. Una plaza donde convergen cuatro grandes calles: Regent St., Picadilly, Haymarket y Shaftesbury Avenue. Allí se encuentra el London Pavillion, antiguo music hall convertido hoy en lugar de compras y el Trocadero Centre (centro comercial con tiendas, restaurantes, salas de juegos y el conocido Guinnes World of Rercords). Entro en el Soho, centro de ocio y diversión que aglutina teatros (Lyric Theatre, Apolo Theatre, Gielgud, Queen´s, Prince Edward, Palace, Criterion...), restaurantes, pubs, cafeterías y que cobra todo su esplendor con el atardecer y la noche. Dentro del Soho encontrarás también Chinatown con sus pequeñas tiendas, restaurantes asiáticos y multiculturalidad. Hacia el sur, en dirección al Támesis, la diversión se prolonga en el cercano West End. Trafalgar SquareTras el refresco en un pub con una pinta (medio litro) de cerveza camino hasta Trafalgar Square, otro lugar emblemático y de encuentro, que deberían sobre nombrar como la Pequeña España, por la cantidad de españoles que siempre hay en la citada plaza. Allí se halla la National Gallery (ver recuadro Museos) una de las pinacotecas más importantes del mundo, la iglesia de St. Martin in the Fields con su palco real junto al altar y la gran columna de 50 metros en honor del almirante Nelson, que celebra la victoria inglesa sobre la armada española y francesa en Trafalgar en 1805. Impresionante plaza por su amplitud que en ocasiones sirve de espacio para conciertos musicales, celebraciones... Busco el Támesis por Whitehall, donde paseo por elevados y solemnes edificios gubernamentales blancos (Horse Guards y Govermment Offices) tras los pasos del Wenstmister Bridge, donde se halla otro gran símbolo de la ciudad, el Palacio de Wensmister y las Casas del Parlamento. El sol refulge al reflejarse en el color dorado de las fachadas del Parlamento y de la torre del Big Ben. Estampa para turistas que siempre atrae por su belleza. A la derecha, la Abadía de Wensmister, otro lugar sagrado para el Imperio Británico por ser lugar de coronación y sepultura de los monarcas desde 1066, y siguiendo la ribera del río se llega a la Tate Britain (ver museos). Enfrente, al otro lado del Támesis, el London Aquarium y el London Eye, una elevada noria desde la que puedes contemplar maravillosas vistas de la ciudad por espacio de media hora. Notting Hill y PortobelloEl día siguiente decido tomármelo con más calma y visitar por la mañana el barrio de Notting Hill y su popular mercado de Portobello Street. Antes he disfrutado del tradicional desayuno inglés completo: huevos revueltos con bacon, tostadas, zumo de naranja y fiambre. Nuevamente la Central Line del metro me lleva hasta la estación de Notthing Hill desde Marbel Arch en unos 15 minutos (tres paradas). Situado al norte del elegante barrio de Kensingtony de Holland Park, otro gran pulmón de la ciudad, Notthing Hill es un barrio pintoresco y animado que en los años 50 y 60 se convirtió en el principal asentamiento de la comunidad caribeña. En 1966 comenzó a celebrarse su conocido carnaval que inunda las calles de colorido un fin de semana del mes de agosto. Sin embargo lo que más popularidad le ha reportado es el Mercado de Antigüedades de Portobello Road, abierto los viernes y sábados. Aquí se rodó la película Notting Hill protagonizada por Hugh Grant y Julia Robers. A lo largo de Portobello Road encontrarás tiendas de vestir desde ropa militar, de segunda mano, hasta la más chic de All Saints, antigüedades, artículos para coleccionistas y mucha gente recorriendo la calle de arriba a abajo y viceversa. Te sorprenderá encontrar todo tipo de artilugios navales, militares, relojes, cerámica, vajillas, maletas, encajes, fruta, sombreros, bolsos, letreros antiguos, soldaditos de plomo, balones de fútbol que conmemoran partidos pretéritos, muebles, música, souvenirs... que se exponen en tiendas y puestos callejeros. Curioseando por aquí y por allá el tiempo pasa rápidamente. Ya es mediodía y el calor aprieta también hoy. ¿Estaré viviendo el verano más caluroso de Londres? Nada mejor que sentarte en la terraza de un pub y beber una pinta de cerveza acompañada de fish and chips(pescado rebozado y patatas fritas) mientras disfrutas del ir y venir en busca de algo que no sabes qué es hasta que lo encuentras. Aquí se respira un Londres bohemio, sencillo, alegre y despreocupado con los parroquianos disfrutando del día. Apenas si circula algún coche por las calles adyacentes y algún que otro ciclista de paseo. Las prisas están al otro lado de la ciudad. Un par de horas más tarde dejo el barrio con la nostalgia que se siente al dejar un lugar que te ha cautivado. La City y la Torre de LondresTras una siesta en el hotel (uno está en Inglaterra pero no renuncia a las buenas costumbres patrias) vuelvo al metro para buscar la parada de Tower Hill donde se encuentra la bella y terrorífica (por su truculenta historia) Torre de Londres y la City o ciudad primitiva de Londres. Nada más salir del metro me encuentro con la Torre de Londres, fortificación medieval de 900 años de historia que fue residencia real y prisión. En estos muros estuvieron presos Thomas Moro o las esposas caídas en desgracia de Enrique VIII como Ana Bolena. Y aquí fueron torturadas y ejecutadas miles de personas tras ser acusadas de traición y ofensas al rey. Aún vive en la Torre una colonia de cuervos que, según la leyenda, cuando la abandonen caerá Londres en manos de sus enemigos. Hoy el lugar es visita obligada para turistas por su arquitectura medieval y albergar las magníficas joyas de la corona, incluido el diamante más grande del mundo, custodiadas por 35 alabarderos o beefeters. Sí, como la conocida marca de ginebra. No olvidemos que una de las grandes aportaciones del imperio británico a la humanidad fue la invención del gin tonic para que sus soldados combatieran la malaria en la India. Pero esa es otra historia. La visita dura alrededor de dos horas. Sigo camino hasta el majestuoso Tower Bridge, puente levadizo inaugurado en 1894. El puente posee una longitud de 805 metros con dos bellas torres neogóticas (para armonizar el diseño con la Torre de Londres) de 65 metros de altura. Cuando pasan grandes barcos se eleva su pasarela central. Buckingham Palace y Covent GardenPara la mañana del tercer día reservo la visita a Buckingam Palace, la residencia oficial de la monarquía británica, situada en St James entre los parques del mismo nombre y Green Park. Se construyó en 1705 como casa para el duque de Buckinham y en 1837 John Nash la transformó en el gran palacio que es hoy día para ser ocupado por primera vez por la reina Victoria en 1837. Algunas salas están abiertas al público durante los meses de agosto y septiembre. El famoso Cambio de la Guardia tiene lugar todos los días a las 11,30 de la mañana de mayo a julio y el resto en días alternos si el tiempo lo permite. Y tras visitar a la reina me desplazo en metro a Covent Garden para comer con la plebe en el popular Mercado de Covent Garden. En quince minutos paso de la solemnidad palaciega a la algarabía popular de la Piazza, un antiguo mercado de frutas y verduras hasta 1974 que hoy día está repleto de restaurantes y puestos callejeros de comida (salchichas a la brasa, ostras con champán, simulacro de paella, embutidos italianos y españoles, vegetariana, china, quesos...) de diferentes culturas, así como de un pequeño mercadillo de oportunidades, antigüedades y curiosidades. En este lugar conoció el Dr. Henry Higgins a la vendedora de flores Eliza Doolittle a la que transformaría en toda una dama con sus clases de dicción y comportamiento en May Fair Lady. Basada en la obra teatral de Pigmalión de George Bernard Shaw, sería llevada al cine en 1964 con gran éxito en la comedia musical dirigida por George Cukor e interpretada por Rex Harrison y Audrey Hepburn. Los bellos edificios victorianos de los alrededores acogen teatros, restaurantes y pubs que hacen que la zona siempre ofrezca gran animación, así como legendarios hoteles como El Savoy. Muy cerca se encuentra el bello edificio de la Royal Opera House diseñado por E.M. Barry en 1858 y el Theatre Royal Drury Lane de 1812, que acoge a musicales de éxito. Nada mejor que despedir la jornada y este weekend en Londres disfrutando de un buen espectáculo. |